Como hemos
visto anteriormente, la respuesta metabólica al estrés y en particular a la
infección, puede producir una disrupción de la homeostasis de la glutamina. Esto
se ve favorecido por la existencia de un estado nutricional pobre y el uso de
corticoides, así como del ayuno al que puede verse sometido un paciente con una
enfermedad grave.
Se ha demostrado que la concentración de glutamina disminuye
tras la cirugía, la sepsis, así como un trauma mayor o una quemadura grave.
Esta disminución en los niveles plasmáticos se ha relacionado con un aumento de
mortalidad.
La glutamina
es un sustrato energético indispensable para los linfocitos y los macrófagos.
La actividad fagocítica aumenta de forma dosis-dependiente en cuanto a la
administración de glutamina y mejora la apoptosis. Este efecto
dosis-dependiente aparece también cuando se mide la expresión de HSP. Diversos
estudios han demostrado que la toma de glutamina mejora la funcionalidad de los
linfocitos y su respuesta después de un trasplante de médula ósea. La glutamina
tiene una actividad muy parecida en la mucosa intestinal y en el tejido
linfoide asociado. Estudios han demostrado que los niveles bajos de glutamina están
asociado con un aumento de la permeabilidad intestinal y un deterioro en la
estructura microscópica de la mucosa.
De la misma
manera, la taurina depende de los niveles plasmáticos de glutamina y de su
administración, lo que los normaliza. La taurina desempeña un importante papel
en la captación de oxidantes clorados y presenta un efecto osmorregulador
celular. La lesión intestinal por isquemia aparece con frecuencia en
situaciones clínicamente graves, tras un shock de cualquier etiología, lo que
repercute en el trauma y las grandes quemaduras. Así mismo sucede tras la
cirugía. La administración de glutamina puede mejorar la capacidad de defensa
contra los radicales libres de oxígeno e incluso inhibe la expresión de la
sintetasa de óxido nítrico inducible, aunque los diversos estudios
experimentales han revelado datos contradictorios.
Se ha
asociado también la administración de glutamina con un control mejor de la
glucemia mediada por insulina. La glutamina es uno de los sustratos
primordiales para la neoglucogénesis en el intestino, el hígado y el riñón.
Parece ser que las personas que se administran glutamina mejoran la
sensibilidad a la insulina y suprimen la neoglucogénesis intestinal. Estos
hallazgos son por el momento limitados y no permiten determinar aún la eficacia
real de la glutamina sobre la resistencia a la insulina.